Academia de Alféreces Provisionales de Granada
El fracaso del golpe de Estado de 1936 y su transformación en una guerra de larga duración obligó a ambos bandos a disponer de un gran número de hombres para el combate. El bando rebelde no tardó en padecer un importante número de bajas entre sus mandos. Para remediarlo, los sublevados se valieron de la figura del alférez provisional, Se trataba de hombres que gracias a poseer un nivel de formación medio o alto tuvieron pasaron directamente a convertirse en oficiales del ejército rebelde. Antes de partir al frente, estos voluntarios recibían instrucción militar y enseñanzas patrióticas en diversos cursillos celebrados en la retaguardia. Se ha calculado que, a lo largo del conflicto llegaron a ser cerca de 30.000 los alféreces, de los cuales 22.000 pertenecieron al Cuerpo de Infantería. Su participación en las actividades de guerra les permitió un ascenso de categoría, pues se estima que al término de la contienda 8.000 de ellos eran ya tenientes y otros 500 capitanes.
Se abrieron academias en Sevilla, Ávila, Burgos o Granada, entre otras. En el caso de la granadina, la ubicación elegida fue el Colegio Máximo de los jesuitas, que fue devuelto a la Compañía al cerrarse la Academia a final de la Guerra. De la Academia de Alféreces de Granada salieron al menos 17 promociones de las cuales 15 entraron en combate. El director de la Academia fue Emilio Izquierdo, coronel y caballero mutilado por la Patria
En total los alféreces granadinos ascendieron a 5.372 efectivos (6.000 para la prensa de la época), de los cuales perdieron la vida en el campo de batalla 535 (537 para otras fuentes) Como recuerdo a los alféreces caídos se elaboró un manto, bordado por religiosas dominicas, cuyo coste ascendió a 50.000 pesetas, sufragadas por la extinta Academia de Granada, el teniente Fidel Dávila y el erario municipal. El manto, decorado por las 535 estrellas que llevaban prendidas en el pecho los oficiales muertos durante el acto de servicio, fue regalado a la Patrona de la ciudad, la Virgen de las Angustias. Así, el domingo 27 de septiembre de 1940, la imagen de la Virgen fue sacada a hombros por os compañeros de los alféreces caídos y llevada desde su templo hasta el Paseo del Salón. Allí, en presencia de los familiares de los alféreces, el arzobispo de Granada, Agustín Parrado, bendijo e manto y, tras una misa de campaña, la imagen regresó a la Basílica. La prensa granadina no dudó en resaltar el significado de los actos celebrados:
Cada estrella es un muerto. Cada estrella es una chispa de luz en la inmortalidad. Es el alma de un héroe y de un cruzado, que derramó su sangre por la Patria y por Dios. Estrellas de oro, estrellas de alférez sobre el terciopelo negro del manto. Alféreces eternos, que ya no provisionales, granadinos o educados en la escuela de heroísmo de la academia de alféreces de Granada. Por eso había el domingo en el Salón granadino sol y estrellas, flores y plegarias, lágrimas y ensordecedoras oraciones cuajadas de vítores que irrumpen con estruendo en la solemne prosodia de las oraciones litúrgicas.
Fuentes y bibliografía:
Patria 17-9-40
Ideal, 22-9-40
Patria, 29-9-40
Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: Granada azul. La construcción de la Cultura de la Victoria en el primer franquismo, 1936-1951. Granada, Comares, 2011, pp. 64-66